Científicos estadounidenses dicen haber realizado el primer estudio donde se cuantificó de manera objetiva la repercusión de la falta de act...
Científicos estadounidenses dicen haber realizado el primer estudio donde se cuantificó de manera objetiva la repercusión de la falta de actividad física en el envejecimiento. Qué sucede cuando la edad biológica y la cronológica no coinciden.
Estudio tras estudio se comprueba y se refuerza cada vez más la teoría de que la práctica de ejercicio es excelente para la salud y el bienestar general. Miles de investigaciones coinciden con la idea de que las personas con una buena condición física tienen un menor riesgo de desarrollar numerosas enfermedades y que el solo hecho de incorporar la actividad puede tener propiedades “curativas” para ciertas dolencias.
Pero un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, sumó una nueva evidencia a este grupo de bondades: las personas que permanecen muchas horas sentadas y no lo compensan con la práctica de ejercicio experimentan un envejecimiento celular acelerado.
Según explicó Aladdin Shadyab, el director de esta investigación publicada en la revista American Journal of Epidemiology, su hallazgo demuestra que las células envejecen de forma más rápida con un estilo de vida sedentario. “El resultado es que la edad cronológica no siempre coincide con la edad biológica”, indicó.
Los telómeros, regiones de ADN situadas en los extremos de los cromosomas, juegan un papel esencial en la estabilidad del material genético ya que ayudan a los cromosomas en el mantenimiento de la juventud de las células (y del organismo) y las protegen de la degradación. El problema es que con cada división celular –a medida que el cuerpo envejece–, los telómeros se acortan. Un aspecto crucial del proceso, dado que cuanto menor es la longitud del telómero, menor es la capacidad que tiene la célula para dividirse.
Muchas investigaciones ya constataron previamente la relación existente entre la longitud de los telómeros y las enfermedades asociadas a la edad (como las afecciones cardiovasculares, el cáncer y la diabetes tipo 2) que presuponen una mayor mortalidad. En este contexto, y teniendo en cuenta que no se puede desacelerar el paso del tiempo, la forma de evitar que los telómeros se acorten es, por ejemplo, evitar fumar y tener sobrepeso.
Ahora, de acuerdo con las nuevas evidencias, según sus autores por primera vez un estudio indicó que es esencial mantener el cuerpo físicamente activo para vivir más tiempo. “Según nuestros datos, este es el primer trabajo en el que se ha cuantificado de manera objetiva cómo la combinación entre el sedentarismo y el ejercicio pueden impactar sobre el biomarcador del envejecimiento”, explicó Aladdin Shadyab.
El estudio fue llevado a cabo en 1.500 mujeres entre los 64 y los 95 años que debieron responder a distintos cuestionarios sobre su actividad física y portar un acelerómetro –un dispositivo para registrar sus movimientos– en sus caderas durante siete días consecutivos no sólo cuando caminaban, sino también cuando dormían.
Los resultados demostraron que los telómeros de las mujeres que permanecían sentadas durante más de 10 horas diarias y apenas practicaban ejercicio eran notablemente más cortos que los de aquellas que estaban más físicamente activas. Y esta menor longitud de los telómeros se traduce en que las células de estas mujeres tienen hasta ocho años más que lo que corresponde a su edad cronológica.
Por tanto, permanecer sentado muchas horas parece acelerar notablemente la edad biológica. Claro que trabajar en una oficina, manejando u otra actividad que requiera de mucho tiempo en reposo debe ser contrarrestada apenas con unos minutos diarios de ejercicio.
“En nuestro trabajo hemos observado que los telómeros de las mujeres que permanecen sentadas durante periodos más largos no tienen una menor longitud en caso de que se realice ejercicio al menos 30 minutos al día, tal y como recomiendan las sociedades médicas. La práctica de ejercicio debe iniciarse cuando somos jóvenes, y la actividad física debe mantenerse como parte de nuestra rutina diaria según vamos envejeciendo, incluso una vez alcanzada la edad de 80 años”, indicó el director de la investigación.
Si bien el estudio se centró sólo en mujeres, los expertos sugieren que, en teoría, de una manera similar a como ocurre en este caso, el sedentarismo excesivo también conlleva un envejecimiento celular acelerado en hombres. Sin embargo, todavía falta investigación en este sentido.
“De cara al futuro, los estudios evaluarán la relación entre el ejercicio físico y la longitud de los telómeros en poblaciones más jóvenes y en varones”, vaticinó como conclusión Shadyab.